Tuve una niñez muy tranquila, no lo tenía todo pero no me faltó nada…
Excepto una cosa…
Inglés en la primaria.
Tenía 12 años cuando entré a secundaria, estaba muy emocionada por el nuevo colegio, nuevos amigos, nuevas materias…
Sí, lo acepto, soy un poco nerd.
El punto es que una de las materias que más me marcó fue inglés. Yo apenas sabía decir “Hello”. (No exagero, sólo sabía decir eso), de repente entra este profesor de vaja estatura, barba con forma de candado y caucásico, hablando completamente en inglés y mi cara fue de absoluto asombro y desconcierto.
Tuve 2 años horribles en los que se me hacía completamente imposible aprender todo de memoria, pero aún así… No aprobaba. Fueron años frustrantes, hasta que un día en vacaciones fui a casa de una amiga, estaba revisando en su set de películas y series algo para ver. Entonces lo vi… Fue como un sueño hecho realidad, vi la serie que más me había gustado en la vida, 8 temporadas, 3 brujas, miles de aventuras. Se llama “Charmed” a esta serie agradezco mis notas altas en mi tercer año en la secundaria.
Durante 3 meses vi esta serie noche y día, día y noche. Simplemente no pude parar, quizás la repetí unas 15 o 20 veces y llegué de las vacaciones sabiendo el idioma sin haberlo notado siquiera. Desde entonces, inglés dejó de ser un problema para mi.
El día de hoy doy amante de los idiomas, no he podido estudiarlos como quisiera, pero descubrí, que los idiomas son como ese disco rayado que ponía mi profesor en mi primer año… “Listen and repeat”.
